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Ésta entiende el ejercicio de la sostenibilidad y el diseño sostenible desde la “reconstrucción de las relaciones humanas a todos los niveles del socius.” (Guattari, Felix; Las Tres Ecologías; p. 45) En este sentido, esto implica no sólo fomentar y permitir las relaciones e interacciones sociales en espacios de convivencia (públicos o privados) de cualquier escala sino, y sobre todo, mejorar el grado de convivencia entre grupos de personas con rentas, género, culturas, edades o profesiones diferentes a través de diseños, acciones y políticas que promuevan la integración, la redistribución equitativa de los beneficios urbanos y recursos disponibles, la justicia social, la solidaridad, la igualdad, la inclusión, la resiliencia, la aceptación de la disputa o la diferencia como valor positivo, el acceso a la vivienda, la consolidación y creación de equipamientos y dotaciones públicas, etc. En esta línea, el Premio Nobel Amartya Sen sintetiza la sostenibilidad social en 6 dimensiones: equidad, diversidad, cohesión social, calidad de vida, democracia y gobernanza, madurez.
En resumen, esta sostenibilidad destaca la importancia de fomentar las relaciones entre individuos y la cohesión entre estos. Así, por poner un ejemplo más claro, no es sólo una cuestión de crear espacio público per se sino también de diseñar los dispositivos necesarios para que la sociedad pueda “participar” en su gestión o “decidir” su uso y destino. Del mismo modo, este entendimiento de la realidad solicita que estos espacios sean integradores, que permitan la diferencia y diversidad en la manera de disfrutarlos. Pero esto no es sólo exclusivo del espacio público, también del privado; igualmente, las infraestructuras y medios de transporte deben favorecer las interacciones sociales y todos estos valores asociados: el trazado de un tranvía puede integrar en su recorrido barrios de personas de distinta renta, edad, cultura, etc. Así pues, esta idea de la sostenibilidad no debe circunscribirse sólo al espacio público ya que los espacios de convivencia son tan múltiples y diversos como las propias personas.
En conclusión, esta lectura del desarrollo socialmente sostenible es doble: por un lado implica el fomento de la INTERACCIÓN y, por otro, garantizar la COHESIÓN. De esta manera, esta sostenibilidad promueve una sociedad que se comporta colectiva y cohesionadamente, haciendo frente a la individualidad y segregación propias de modelos de desarrollo urbano menos sostenibles –como el anglosajón, el cual promueve el consumo “disperso” como su “terapia capitalista contra la soledad” colectiva que construye.
Este entendimiento de la sostenibilidad comparte con el cultural las consideraciones relativas a la diversidad y libertad de expresión. Sin embargo, es importante matizar que en este caso estas cuestiones no estarían afectadas tanto por condiciones de identidad y subjetividad creativa sino por la condición humana misma y nuestra necesidad de relacionarnos y de hacerlo en un marco de convivencia relativamente estable.
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