Curitiba Ciudad de los Sueños
Parque Barigui.Curitiba 15/11/98Foto: Carlos Ruggi/SMCS

Curitiba es en la actualidad el paradigma de la sostenibilidad urbana. Jaime Lerner, uno de sus precursores, ha sabido materializar a la perfección un enfoque integral (social, medioambiental y económico) de la sostenibilidad hasta conseguir, tras varias décadas de trabajo, que Curitiba se convierta en la Ciudad de los Sueños.

Jaime Lerner primero se convirtió en el alcalde de Curitiba a principios de los 70 (ha sido alcalde tres veces). Su liderazgo fue crucial para los cambios. Curitiba ha conseguido una serie de cosas, mejor descritas a continuación:

1. Parques en vez de canales para reducir las inundaciones, así como para hacer la ciudad más habitable. Hay tantos que se sirve de ovejas para cortar el césped, ya que resulta mucho más barato que máquinas.

2. Peatonalización del centro.

3. Inventar y construir la red de Transporte Rápido de Bus – un sistema de autobús que funciona como un tren ligero pero 10 veces más barato.

4. Dar a la gente bonos de autobús a cambio de basura.

5. Comenzar un sistema de reciclaje masivo – todo iniciado por niños.

Los residentes de Curitiba, Brasil, piensan que viven en la mejor ciudad del mundo; muchos foráneos están de acuerdo. Curitiba tiene 17 parques nuevos, 90 millas de carril bici, árboles por todas partes, y sistemas de tráfico y recogida de basuras que son estudiados por otras ciudades. El alcalde de Curitiba durante 12 años, Jaime Lerner, tiene un índice de aceptación del 92%.

No hay nada de especial en la historia de Curitiba, ni en su localización o población. Como todas las ciudades latinoamericanas, la ciudad ha crecido enormemente –de 150000 personas en los 50 a 1,6 millones en la actualidad. Tiene su parte de asentamientos marginales, donde algo más de la mitad es analfabetos. El secreto de Curitiba, en el caso de tener alguno, parece ser simplemente la buena voluntad de los que están arriba por disfrutar resolviendo problemas.

Esta gente comenzó en los 60 con un grupo de jóvenes arquitectos que no estaban impresionados por la moda urbana de tomar dinero prestado para grandes autovías, edificios masivos, centros comerciales y otros proyectos vistosos. Estaban pensando en el entorno y las necesidades humanas. Se acercaron al alcalde de Curitiba, destacaron el rápido crecimiento de la ciudad e hicieron causa para un mejor planeamiento.

El alcalde auspició un concurso para el plan general de Curitiba. Difundió las mejores propuestas, las debatió con los ciudadanos y las devolvió, entonces, a los arquitectos, pidiéndoles desarrollar e implementar un plan definitivo.

Jaime Lerner era uno de estos arquitectos. En 1971 fue declarado alcalde por el entonces Gobierno Militar de Brasil.

Dada la situación económica de Brasil, Lerner tuvo que pensar de manera controlada, barata y participativa –lo cual era como ya pensaba de todas maneras. Repartió 1,5 millones de semilleros entre los vecinos para plantar árboles y cuidarlos posteriormente. (‘Pocas pocas en la arquitectura de una ciudad son más bellas que un árbol,’ dice Lerner)

Solucionó los problemas de inundación desviando el agua de las tierras bajas hacia los nuevos parques. Alquiló a jóvenes para mantener los parques limpios.

Se topó con la resistencia de los comerciantes cuando propuso convertir el distrito comercial del centro  en área peatonal, así que propuso un periodo de prueba de 30 días. Tuvo tanta popularidad que comerciantes de otras calles solicitaron ser incluidos. En la actualidad una de las calles peatonales, Rua das Flores, está flanqueada por jardines atendidos por niños de la calle.

Los niños abandonados o huérfanos son un problema en todo Brasil. Lerner consiguió que cada industria, tienda e institución adoptase algunos niños, dándoles una comida diaria y un pequeño salario, a cambio del simple mantenimiento de jardines o tareas corrientes.

Otra de las innovaciones de Lerner fue la de organizar a los comerciantes en una feria itinerante al aire libre que recorre todos los barrios de la ciudad.

Los círculos concéntricos de la red local de autobuses conectan cinco líneas que irradian del centro de la ciudad a modo de tela de araña. En las radiales, autobuses triarticulados pueden transportar a lo largo de carriles propios 300 pasajeros cada uno. Van tan rápido como el metro, pero supone 1/8 del gasto de ejecución.

Los autobuses paran en estaciones de Plexiglas diseñadas por Lerner. Los pasajeros pagan sus tarifas, entran por un lado del tubo y salen por el otro. Este sistema elimina pagar a bordo, y permite una mayor carga y descarga, menos contaminación y un refugio para esperar – aunque el sistema es tan eficiente que apenas hay tiempo para esperar. Tampoco hay mucha basura generada. No hay tiempo.

Los ciudadanos de Curitiba separan su basura en sólo dos categorías, orgánico e inorgánico, para ser recogida por dos tipos de camión. Las familias pobres en barrios marginales, inaccesibles para los camiones, traen su basura a otros centros vecinales, donde pueden intercambiarla por billetes de bus, huevos, leche, naranjas y patatas, todo comprado de granjas de la periferia.

La basura va a una planta (autoconstruida con materiales reciclados) que emplea a gente para separar botellas, latas y plásticos. Los trabajadores son incapacitados, inmigrantes recién llegados, alcohólicos.

Los materiales recuperados son vendidos a industrias locales. El poliestireno es cortado en tiras para material de edredón/colchón para los pobres. El programa de reciclaje cuesta no más que el antiguo vertedero, mientras la ciudad está más limpia, hay más trabajos, los agricultores tienen apoyo y los pobres obtienen comida y transporte. Curitiba recicla dos tercios de su basura – uno de los ratios más elevados de cualquier ciudad, norte o sur.

Los promotores de Curitiba obtienen excepciones fiscales si sus proyectos incluyen áreas verdes.

Jaime Lerner dice, ‘No hay comportamiento más noble que el intento de conseguir un sueño colectivo. Cuando una ciudad acepta como un deber su calidad de vida; cuando respeta a la gente que vive en ella; cuando respeta el entorno; cuando se prepara para generaciones futuras, la gente comparte la responsabilidad de ese deber y esta causa compartida es la única manera de conseguir ese sueño colectivo.